Memoria y duración



Nuestra duración no es un instante que reemplaza a otro instante; no habría entonces nunca más que presente, y no prolongación del pasado en lo actual, ni evolución, ni duración concreta. La duración es el progreso continuo del pasado que corroe el porvenir y que se hincha al avanzar. Desde el momento en que el pasado crece incesantemente, se conserva también de modo indefinido. La memoria... , no es una facultad de clasificar los recuerdos en un cajón o de inscribirlos en un registro. No hay registro, no hay cajón, aquí no hay siquiera propiamente hablando, una facultad, porque una facultad se ejerce de modo intermitente, cuando ella quiere o cuando puede, mientras que el amontonamiento del pasado sobre el pasado prosigue sin tregua. En realidad, el pasado se conserva por sí mismo, automáticamente. Sin duda, en todo instante nos sigue todo entero: lo que desde nuestra primera infancia hemos sentido, pensado, querido, está ahí, inclinado sobre el presente con el que va a reunirse presionando contra la puerta de la conciencia que querría dejarlo fuera. El mecanismo cerebral está hecho precisamente para rechazar la casi totalidad en el inconsciente y para no introducir en la conciencia lo que por naturaleza sirve para aclarar la situación presente, para ayudar a la acción que se prepara, a proporcionar por último un trabajo útil. Todo lo más, los recuerdos de lujo logran pasar de contrabando por la puerta entreabierta. Estos mensajeros del inconsciente nos advierten de cuanto tras nosotros arrastramos sin saberlo. Pero incluso aunque no tuviésemos clara la idea, sentiríamos vagamente que nuestro pasado nos queda presente. En efecto, ¿qué somos nosotros, qué es nuestro carácter sino la condensación de la historia que hemos vivido desde nuestro nacimiento, antes de nuestro nacimiento incluso, dado que llevamos con nosotros disposiciones prenatales? Sin duda, no pensamos más que con una pequeña parte de nuestro pasado; pero es con nuestro pasado todo entero, incluida nuestra curvatura de alma original, como deseamos, queremos, actuamos. Nuestro pasado se manifiesta por tanto íntegramente en nosotros por su impulso y en forma de tendencia, aunque sólo una débil parte se convierta en representación. 
E. C. 4-5

Bergson, Henri. Memoria y vida. II La memoria o los grados coexistentes de la duración. A) Principios de la memoria  [23]. En qué sentido es memoria la duración. Págs 47-48. Alianza Editorial, Madrid 1977. Traducción de Mauro Armiño.


1 comentario:

  1. ...Voy a hablar de la memoria. De esa sustancia tan inasible y tan etérea pero con efectos tan brutales como para generar una guerra, derrumbar una vida o impedir un amor. ¿Qué cosa será la memoria? ¿De qué estarán hechos sus átomos? ¿Dónde habitarán sus contenidos? ¿Recordamos hechos o recordamos recuerdos?Decía Samuel Beckett refiriéndose a Proust: "El hombre con buena memoria nunca recuerda nada porque jamás olvida nada".Paul Auster hace decir a uno de sus personajes que "el misterio de lo que aún no ha ocurrido podía guardarse en la memoria". Como el huevo de la serpiente, los rastros de lo que seremos están inscriptos en el presente. También las huellas de lo que fuimos. Fatalmente nos convertiremos en lo que somos.Cuántos de ustedes recordarán esta mañana de Abril.Cuántos convocarán, desde las múltiples estaciones del dolor y del fracaso, la sensibilidad exasperada y el secreto temblor que hoy nos une.Puede alguien asegurarme que los múltiples hombres y mujeres que hemos sido no circulan inadvertidamente entre nosotros. Puede alguno afirmar que los fantasmas de lo que serán no viajaron esta mañana en colectivo con ustedes.¿Cuándo muere un recuerdo? ¿Cuándo nace? ¿Qué maldita cosa se lleva la muerte? ¿Hacia dónde? ¿Qué sucede con esa versión única que de nosotros tienen los demás cuando ellos mueren?...(Daniel Flichtentrei)
    http://agnesyelnomeolvides.blogspot.com/2009/05/la-memoria_10.html

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